jueves, 1 de marzo de 2012

Bisiesto

Con el corazón sobrecogido una semana más por la durísima realidad de los niños de la cola, y hoy también por haber escuchado nuevamente el testimonio de vida de las Misioneras de la Caridad me dispongo a escribir unas líneas, muy breves, acerca de lo especial de este día que para muchos seguramente haga ya un buen rato que terminó y que para mí está a punto de hacerlo.

Hoy ha sido ese día que cada cuatro años agregamos al calendario para recuperar esas horas que perdemos cada año solar que no son trescientos sesenta y cinco días exactos si no que hay algunas horillas más que cada cuatro años nos sirven para juntar un día más y anexionarlo a nuestro calendario. Viendo el telediario este mediodía salían varias noticias acerca de la efeméride que hoy se celebra, de lo raro de la fecha para aquellos que celebran su cumpleaños en este día, de los supersticiosa que es la gente respecto de la fecha...
Ha sido un miércoles más, sólo que en una fecha un poco especial.

A mí hoy por lo extraordinario de la fecha y por el eco que, desde que lo oí esta mañana, sigue resonando en mi cabeza, me gustaría compartir con vosotros una frase que las Misioneras de la Caridad tienen en la sacristía de su capilla, aunque adaptada a mí realidad seglar. Pues bien la frase en cuestión trata sobre la importancia de la eucaristía para aquel que la preside, pero yo lo he llevado más allá del momento y lo he querido globalizar con respecto a todo el día. La frase en cuestión sería la siguente:"Vive cada día como si fuera el primero, como si fuera el último, como si fuera único".

Más allá de la filosofía del Carpe diem, de la filosofía de aprovechar el momento concreto sin pensar en las consecuencias, a mí la frase me interpela a disfrutar cada momento de los que estoy teniendo la oportunidad de vivir aquí como si fuera a ser la última vez que tuviera la posibilidad de hacerlo, como lo que están siendo infinidad de momentos únicos e irrepetibles en mi vida, y que a buen seguro formarán parte del tesoro que me lleve de aquí cuando finalice mi experiencia. La frase me ha servido para tomar consciencia de la importancia del estar siempre dispuesto a darlo todo por aquello en lo que uno cree, de no racanear ningún esfuerzo cuando del servicio y del trabajo por los demás se trate, de ser honestos con nosotros mismos y esforzarnos hasta donde no podamos más en llegar a nuestros objetivos vitales.
Una vez más me he vuelto de esta casa con la sensación de haber aprendido una lección de vida valiosísima.

Un miércoles más me voy a la cama admirado por la realidad que he tenido la oportunidad de ver, no deja de ser curioso que mientras más pensamos que podemos ayudar a los demás, más ayuda es la que recibimos de ellos, mayores son las lecciones que los chavales con su ejemplo y su modo de compartir dan a todos aquellos que sepan estar atentos y vigilantes mientras ellos se duchan.

Un fuerte abrazo a todos y ¡¡SED FELICES!!

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