domingo, 8 de enero de 2012

Rincones con encanto, parte II

Continuando con la primera entrada de esta sección, hoy me gustaría acercaros a otro sitio especialmente curioso y peculiar dentro de la ciudad de Tánger, sé que no es la mejor época del año pero hoy nos vamos a la playa.

Y es que convendréis conmigo, aquellos que hayáis tenido la oportunidad de ir a la playa en un país musulmán, la estampa que uno contempla cuando va a la playa es cuando menos cómica, aquí no se da ninguna excepción y al igual que por la calle en la playa uno se encuentra a las mujeres completamente vestidas bañándose en el mar, refrescándose y combatiendo el calor lo mejor que pueden, pero sin perder en ningún momento el pudor, el respeto que deben a su marido o a su padre.
Bañarse completamente vestida por respeto a su padre o marido, las costumbres de las mujeres musulmanas.

Estos días de invierno no os creáis que la playa está desierta, ni muchísimo menos, porque si algo tiene la playa de Tánger, la playa que bordea la bahía, es que siempre hay gente, sea la fecha del año que sea, llueva o truene, haga frío o calor, siempre suele haber gente. Normalmente suelen ser chavales jóvenes que van allí a jugar al fútbol, cuatro zapatos y un balón de fútbol son suficientes para convertir un trozo de playa en el mejor estadio de fútbol del mundo, siempre hay niños jugando, en ocasiones hay tantos partidos a la vez que no queda un hueco libre en toda la zona de arena más próxima al agua, se ven desde la terraza de aquí del hogar un montón de chavales corriendo como si fuesen muñequitos detrás de una pelota, la verdad es que dan la impresión de estar faltos de preocupaciones, tan sólo enredados en la lucha por ganar el partido.
Con cuatro zapatos y un balón se montan el mejor campo de fútbol.
Pero no sólo la playa es terreno para las jóvenes promesas futbolísticas, también es el marco idílico para los paseos de las parejas tangerinas, y es por eso que muchas veces los espectadores de esos partidos de fútbol de los que os acabo de hablar son parejas de jóvenes que en sus salidas románticas terminan yendo a pasear por la playa y sentándose en la arena mientras comparten una conversación o mientras, dejando volar su imaginación, hacen planes de futuro, y nada más, me refiero a que por lo general aquí las relaciones de noviazgo son un tanto estrictas, en el sentido de que la mayor muestra de afectividad pública que se puede observar es caminar juntos agarrados de la mano, de besarse y otras muestras de cariño público hasta que no estén casados nada de nada, la mayoría de las veces después de casados la situación tampoco cambia.
La playa, idílico marco para las parejas tangerinas.

En cuanto a la situación de la playa pues imaginaros cómo puede ser, la verdad es que está bastante descuidada, ciertamente aquí, bueno y en el mundo musulmán en general, no hay mucha costumbre de bañarse en la playa, por tanto los servicios que uno puede encontrarse en la playa son prácticamente nulos, el socorrista, en los meses de verano, y poco más. No hay una infraestructura de playa al estilo de las costas españolas, aquí no hay vestuarios, ni chiringuito, ni puesto de salvamento ni nada de eso, hay arena, mucha arena, y agua, fría hasta decir basta todos los meses del año, según comentan por el tema de las corrientes en el Estrecho. Además la calidad de las aguas es bastante mala, no sólo por la cantidad de suciedad que llega procedente de los barcos que cruzan el estrecho, si no porque en la playa de la bahía de Tánger desembocan dos ríos, y no os comento la cantidad de basura que llevan porque no es necesario ser tan detallista, pero sí que os digo que aquí las plantas de tratamiento de aguas residuales son tan comunes como las granjas de cerdos.
La proximidad del puerto hace que las aguas de la bahía estén muy contaminadas.

Una de las cosas que sí que me llama bastante la atención es el tema de la comida en la playa, y es que el hecho de que no haya chiringuitos no quiere decir que no se pueda tomar uno algo en la playa, claro que sí, ahora bien que nadie espere tomarse una cervecita y un paquetito de patatas fritas o de aceitunas, no no, aquí en la playa uno puede disfrutar de manjares tan típicamente marroquíes como los caracoles, la baisara, la harira, todo tipo de dulces y, por supuesto, el té, ¿a quién no le apetece en pleno mes de agosto con temperaturas rondando los cuarenta grados un buen vaso de té calentito a mediodía?
Carros de comida como este suelen pasar por la playa ofreciendo comidas típicas.

Pues así de manera somera os he querido acercar hoy a la playa de Tánger, uno de los muchos rincones con encanto que guarda esta ciudad, de todas formas conforme vaya viniendo el buen tiempo os llevo otro día a través de Al qantara, un rincón peculiar pues en él se pueden observar de manera muy gráfica las peculiaridades que tiene la cultura de playa musulmana, las diferencias tan abismales con la manera de entender la playa de los países costeros occidentales.

Un abrazo muy fuerte para todos y ¡¡SED FELICES!!

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