miércoles, 21 de diciembre de 2011

Sweet home Don Benito


¡¡Vuele a casa vuelve…!! Pues sí como el anuncio navideño de turrón ya estoy por casa de nuevo tras dos meses de experiencia tangerina. El viaje ha sido emocionante, no porque hayan pasado cosas extraordinarias, pues durante el mismo he ido sintiendo un cúmulo de emociones que en la entrada de hoy me gustaría trasladaros, no al otro lado del Estrecho pues hoy ya estamos todos del mismo, creo, pero sí al otro lado de este blog.
Las maletas aún por medio, todo un clásico navideño.

Para empezar me gustaría comentaros los datos más técnicos del viaje, salimos ayer martes 20 de Tánger en el barco de las 9:00 de la mañana, horario marroquí claro (al final salimos a las 9:45 “baki ma ayi” ) y después de llegar a Tarifa y trasladarnos en bus a Algeciras cogimos un autocar dirección Sevilla a donde llegamos a las 16:00. Después de llegar me entraron las “apreturas”, como dice mi amigo Eloy, y quise venirme hasta Mérida para ya estar en casa ayer por la noche, peeeero la persuasión de mis amigos Eloy y Amparo, básicamente el chantaje emocional puro y duro, hizo que me quedara a pasar la noche en Sevilla y que el resto del trayecto lo haya completado esta mañana saliendo de Sevilla a las 9:30 horas y llegando a Mérida a las 12:30, tras curiosas escalas por la geografía extremeña, donde me estaba esperando emocionada mi señora madre. Por problemas técnicos, imagino, y falta de medios, la cámara lenta y la música emocionante, cuando bajaba del autobús no ha habido ninguna escena de esas de películas, definitivamente sólo pasa en ellas. Tras media horita de coche hacía mi reentré en Don Benito a las 13:04 horas, setenta días después de mi partida, aunque para mí han pasado en un suspiro.

De la estancia en Sevilla me gustaría desde aquí agradecer el trato recibido de mi amiga Amparo, mil gracias por acogerme. Además ayer por la noche, aprovechando la coyuntura, aprovechamos para tapear en la cervecería La Sureña donde pasamos un buen rato en compañía de algunos amigos que viven por Sevilla. Dio tiempo para hablar de muchas cosas, algunas de ellas muy interesantes, para conocer a gente nueva, para reír hasta dolernos la tripa, incluso para convertir seis folletos de “COMPRO ORO-VENDO ORO” en cuatro rosas, un tanque, una rana y dos pajaritas de papel, por eso luego cuando llegué a casa de vuelta no pude trasladaros la primera parte de nuestro viaje.
De estos ayer cayeron unos cuantos.

En cuanto a los sentimientos que me han ido asaltando durante el viaje me gustaría comentaros que han ido de un extremo a otro, y aún ahora mismo cuando os estoy escribiendo esta entrada sigue siendo así. Por un lado me he sentido alegre por volver a casa, el reencuentro con la familia y amigos, por otro triste por lo que uno deja atrás, también me he sentido fascinado por los detalles que hacen que al final dos países tan próximos estén tan alejados en cuanto a sus costumbres, ayer por la tarde le comentaba a Eloy que me sorprendía ver tanto pelo, y es que por lo general en Tánger la mayoría de las mujeres suele utilizar el hiyab.
La alegría de volver a casa es algo supongo que a todo el que ha pasado cierto tiempo fuera de casa y retorna le hace sentir un cosquilleo en el estómago, hasta cierto punto es una sensación de inseguridad sobre lo que uno se encontrará en el retorno, si todo seguirá como uno lo dejó o si habrá cosas que sean diferentes, no sólo a las cosas materiales sino, creo que esto es lo que realmente nos da miedo, a las cosas sentimentales, cómo será uno recibido o cómo se sentirá al volver a la rutina de aquí.

La tristeza creo que es algo inevitable, y es que poco a poco lo que he vivido en Tánger estos meses ha ido ocupando un hueco muy grande en el corazón, de hecho creo que me he dejado allí una parte muy importante del mismo. No puedo olvidarme hoy de la gente a la que estos dos últimos meses he visto a diario, sinceramente conforme avanzaba el barco ayer seguía intentando distinguir las siluetas de los edificios de Tánger para encontrar la silueta de nuestra casa, de nuestro Hogar, me daba la impresión de que hasta que pudiera seguir distinguiéndola en la lejanía y entre la bruma matutina no me habría ido del todo, que aún podía escuchar las voces de los niños formando la fila para desayunar o jugando a la goma en el patio.
Mientras pudiera seguir distinguiendo la silueta de nuestro Hogar parecía que no me había ido.

Una vez que cruzamos el Estrecho y empezamos a notar los pequeños cambios, esos pequeños detalles que nos alejan tanto culturalmente a unos de otros. No son cosas que uno valore como importantes, pero sí que son sustanciales cuando menos. Como decía antes el tema del pelo es algo muy curioso, hoy me preguntaba una amiga de mi madre si las marroquíes eran o no guapas y la verdad es que no puedo dar una respuesta porque las mujeres marroquíes, y por lo general las musulmanas, son una incógnita, son distintas con y sin pañuelo, y no sólo a nivel de atractivo físico también a nivel de liberación personal. Otra de las cosas que a uno le llama poderosamente la atención es el tema de la venta y consumo de alcohol, en los bares en los que se puede consumir alcohol en Tánger por lo general suelen ser antros un tanto oscuros y protegidos por biombos y celosías de las miradas curiosas de los marroquíes, mientras que aquí ayer podíamos ver perfectamente a todo el que pasaba por la calle y con la mayor tranquilidad del mundo seguir tomándonos nuestra cerveza, sin temor a que nadie nos suelte algún exabrupto.

Pues así a grandes rasgos ha sido esta vuelta al hogar dulce hogar, Sweet home Don Benito, en homenaje a la canción de Lynyrd Skynyrd, ahora toca disfrutar unos días del calor y del reencuentro con amigos y familiares, pero siempre con muchas caras y nombres en el recuerdo, hoy ha vuelto a ser miércoles, y yo lo he echado mucho de menos.

Un fuerte abrazo para todos, ¡¡SED MUY FELICES!!  y para a todos aquellos que no son creyentes y que lo vayan a celebrar ¡¡FELIZ SOLSTICIO DE INVIERNO!!

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